—¡Buenos días! —dijo el principito.
—¡Buenos días! —respondió el mercader.
Era un mercader de píldoras perfeccionadas que aplacan la sed. Se toma una por semana y no se siente más la necesidad de beber.
—¿Por qué vendes eso? —dijo el principito.
—Es una gran economía de tiempo —dijo el mercader—. Los expertos han hecho cálculos. Se ahorran cincuenta y tres minutos por semana.
—Y, ¿qué se hace con esos cincuenta y tres minutos?
—Se hace lo que se quiere...
«Yo —se dijo el principito— si tuviera cincuenta y tres minutos para gastar, caminaría muy suavemente hacia una fuente...»
— Antoine de Saint-Exupéry, El principito. Trad. Bonifacio del Carril. Emecé Editores: Buenos Aires, 1951., pp. 89-90
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